¿Cómo escribir un libro?

Ustedes disculparán el título, si es que les dio una idea equivocada de lo que encontrarían aquí dentro. Esto no es un paso a paso para que cuando termines de leer estés lista o listo para publicar tu libro. Lo que te quiero contar aquí es cómo mi esposo escribió un libro en dos meses. Y siete meses después de que escribiera la primera palabra en aquella hoja en blanco, ese libro, “Entre Sangre y Poemas”, ya está publicado. ¡Ya existe!

Acabo de leer un pequeño poema en un cuentito de filosofía muy bonito, que malamente no compré, y por eso lo voy a tener que parafrasear. Decía más o menos así: una hoja en blanco es nada, pero cuando un escritor inventa un mundo nuevo ahí, se convierte en algo. Me recordó muchísimo a una mañana en la que Juan Pablo estaba sentado frente a la computadora. Ya estaba trabajando en su libro, pero ese día aún no tecleaba la primera palabra. Estaba frente a la hoja en blanco. Entonces, le pregunté inocentemente, ¿qué vas a escribir hoy? Su respuesta me impacto muchísimo, porque no lo había pensado así jamás. Me dijo (parafraseo de nuevo): «no tengo idea. Es lo interesante de esto, que lo que sigue todavía no existe, tengo que inventarlo. Es una historia que aún no ha sucedido. A ver a dónde me lleva hoy la escritura.”

¡Wow! Aquí insertaría el emoji de que se me salió el cerebro de la cabeza. ¡Qué magia se estaba gestando ahí, en la mesa del comedor, a manos de mi señor esposo!

Yo no sabía que Juan Pablo soñara con escribir un libro. De hecho, no lo hacía. Esto de escribir una novela fue algo que decidió en el momento en el que empezó a escribirla. O sea, ¿qué? Sí, así como lo lees. Mi esposo es así, siempre he pensado que es un “doer”, un “hacedor”. Habemos personas soñadoras, que tenemos mil ideas y sueños por cumplir algún día. Y hay personas como él, que simplemente hacen. Piensan algo y lo convierten en realidad. Eso, amigas mías, es una gran virtud. Claro que a veces me ha salpicado con esa actitud y he hecho cosas. Hago, pero a otro ritmo, diferente. Trato de aprenderle lo que se puede.

Pero, ¿y qué onda con el libro? Pues el libro, como ya escribí antes, es una novela. Una novela del México problemático en el que a veces vivimos, pero con tintes de amor, esperanza, camaradería, hospitalidad, magia, solidaridad y ternura que también caracterizan a nuestro país. Un día sí me enojé con la historia y aventé el avance del libro como por tres días. No quería saber nada más y se lo dije al autor, muy indignada, con la esperanza de que cambiara esa parte. Por suerte, él pensó que era una buena noticia que lo que había escrito despertara emociones en mí y así dejó la historia. Retomé la lectura, porque aunque me enojó esa escena, por otro lado quería saber qué pasaba con los demás personajes.

Para mi gusto, “Entre Sangre y Poemas” es un libro muy bien escrito. Es sorprendente cómo va de un momento en el tiempo a otro, de una historia a otra, sin perderse, ni perderme (como lectora). Mis partes favoritas son las románticas, las felices. Soy una fan empedernida de las historias “chic-flick”. Pero no todo es romanticismo y felicidad, hay partes crudas que me hicieron querer dejar de leer en una que otra ocasión. Juan Pablo se explayó bien y bonito, sin miedo al qué dirán. Al principio, ni siquiera sabía si terminaría en algo lo que estaba escribiendo. Empezó como un ejercicio terapéutico que le ayudaba a ocupar el tiempo en algo que además, desarrollaba su creatividad.

Mi esposo no estudió nada relacionado con las letras, ni se aventó un curso en doméstika para escribir un libro. Simplemente se levantaba bien temprano todos los días, preparaba el café y se sentaba a escribir por unos cuarenta minutos, sin falta. Además, creo que eso de inventar historias que capturen la atención de los demás, es algo que se le da. En su trabajo escribe guiones para anuncios, videos institucionales, mini series animadas y cosas así. Es mercadólogo de profesión. Pero como él mismo decía, “esa escritura tiene un fin determinado, unos parámetros que necesitan los clientes… no es totalmente creativa y mucho menos libre.” Pero bueno, por otro lado, están las noches de cuento en casa, cuando nuestros hijos eran pequeños. No se querían perder los cuentos “del señor”. Si tenían que decidir entre los cuentos de su papá y los cuentos con premios Nobel que yo había seleccionado para contarles, ¿qué creen que preferían? Por supuesto que los cuentos del señor ganaban la partida. ¡Sin lugar a dudas! El señor era el protagonista de casi todas esas historias que cautivaban a nuestros hijos antes de dormir. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Pareciera que fue la semana pasada!

Pero bueno, ya mejor voy concluyendo. Podría escribir varias horas más sobre el tema, pero las perdería, si no es que ya perdí a una que otra en el camino. Perdón, me emociono.

Para terminar, solo les quiero decir que sigo gratamente sorprendida y feliz de que mi esposo se haya animado a crear algo que le ayudó a navegar por una pequeña crisis, de esas que nos dan por ahí de la subida al cuarto piso, enfrentar una pandemia, la adolescencia de los hijos y así. Y que ese algo sea una novela, con toda esa expresión de sentimientos, emociones, sucesos… siendo que el señor, mi señor, no es muy expresivo en la vida real, que digamos. Había momentos, cuando estaba leyendo Entre Sangre y Poemas, que me tenía que recordar que el autor era mi propio esposo. Sin duda, leerlo me ayudo a conocer una parte de Juan Pablo que no conocía. Y no porque el libro sea autobiográfico, aclaro, sino porque no tenía idea de que pudiera imaginar todo eso y plasmarlo en papel como lo hizo.

“Felicidades amor. Que la creatividad y la imaginación sigan fluyendo y llenando tu vida. Te amo.”

Esa fue una pequeña nota, para el autor. Por acá, me despido de ustedes, queridas amigas. Nos vemos en el siguiente post. Espero que sea muy pronto porque tengo muchas cosas qué contarles.

Con cariño,

Ana


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